La desesperación lo invadía, cómo hacía años. Necesitaba terminar con esto lo más rápido posible.
Entró al monumental edificio. Treinta y cuatro descansos lo separaban de su objetivo final. Subió corriendo hasta el piso diecisiete. Llegó al balcón. Se asomó y vio la ciudad atestada de gente, rostros indiferentes, ajenos, mediocres. Asqueado se dejó caer.
Reconoció el viento dentro de sus pulmones. A la altura del piso catorce, encontró entre la gente que ya se había parado para verlo caer, una sonrisa nerviosa y bella que le perseguía la mirada, tratando con ese simple movimiento de labios de evitar el impacto ya inevitable.
Y él sintió cómo, por medio de ese gesto, la vida le sonreía seguramente por primera y última vez.
Entró al monumental edificio. Treinta y cuatro descansos lo separaban de su objetivo final. Subió corriendo hasta el piso diecisiete. Llegó al balcón. Se asomó y vio la ciudad atestada de gente, rostros indiferentes, ajenos, mediocres. Asqueado se dejó caer.
Reconoció el viento dentro de sus pulmones. A la altura del piso catorce, encontró entre la gente que ya se había parado para verlo caer, una sonrisa nerviosa y bella que le perseguía la mirada, tratando con ese simple movimiento de labios de evitar el impacto ya inevitable.
Y él sintió cómo, por medio de ese gesto, la vida le sonreía seguramente por primera y última vez.
3 comentarios:
Que lindo final! Las almas torturadas son las mejores protagonistas de la ficción, lejos!
Es nuevo?
Muy bueno, me gusto!!!
Gracias anónim@. Me alegro le haya gustado.
Espero verl@ por acá nuevamente, y que siga compartiendo nuestros escritos.
besos y versos para usted.
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