domingo, 2 de mayo de 2010

Acordes de fondo

Una forma de comenzar: "voy a aprovechar un poco del tiempo que, irresponsablemente, libré a su suerte; vulnerable a la esterilidad progresiva y creciente: minuto a minuto." Poner la mente en blanco es imposible, es tratar de darle espacio a lo que te tiene que importar -y, sin embargo, no puede dejar de parecerte estéril- y dejar en un rincón del subconciente todo eso por lo que aprendés a contar los días, las horas y hasta los minutos; todo lo que te hace dar vueltas nerviosas frente a una puerta cerrada, lo que te hace estirar el cuello y mirar a ambos lados de la calle. Lo que te aprieta, lo que te angustia y lo que te llena de vida. Y hacés el esfuerzo por liberarte de todo eso que, paradójicamente, te da tanta libertad sin darte cuenta de que -es fatal- lo que no te importa nunca te va a llenar, lo que te mantiene vivo no te va a dejar vivir, lo que te tiene en pie no te dejará avanzar... y todo esto, sin querer darte cuenta. Hoy necesito encontrar mi eje, la recta al horizonte me pide cosas imposibles; lo que está más adelante me exige que no le dé importancia a esas horas subterráneas, a esos pasadizos andrajosos, a esos ojos tristes, a esa boca apretada como un puño, a todo lo que encierra esa frágil figura que tanta libertad me da ver; a su ausencia, que tanto me duele cuando no la espero; a todas las preguntas que quisiera hacerle, a todas las sonrisas que quisiera sacarle pára iluminar ese rostro tan melancólico, tan armónico, tan atrapante; a todo lo demás. Ahora saben de qué estoy hablando y tambien el porqué de ese pesar que provoca el saberse lleno de actividad cuando las horas que antes eran subterráneas, clandestinas, hoy están muertas y solo queda resignarse a esperar. Todo lo que tengo, este domingo y los que vengan, no me basta. Todo lo que me rodea en un día como éste solo me hace adolecer más y más de todo lo que falta y todo lo que se me resbaló de las manos y todos los colectivos que corrí y que se me fueron y todo por lo que habrá que esperar y empezar, de nuevo, a contar: los días, las horas, los minutos.
Cuando aprenda a saltar este pequeño mojón, voy a salir, el sol nos va a encandilar y vamos a mirar con más ganas al parque, que siempre está.

1 comentario:

Anónimo dijo...

clap! clap! clap!...Sin palabras (ovación). ¡Gracias, Bidú Cola!
hacia tiempo que el ente morador de este espacio no se eSSpresaba...
jotace