lunes, 21 de diciembre de 2009

Ni dos morlacos. I.


1:50


Tratar de deducir qué corno le pasa a la gente es una buena manera de gambetear las preguntas que uno se termina haciendo cuando no le pasa absolutamente nada. Esta chica, por ejemplo. Esta mina está re-nerviosa. Bajó oscilante y, si no fuera por la terrible frenada que pegó el bondi, diría que anda con una sbornia más o menos. Pasó por mi lado a pasito ligero y me lanzó una mirada algo así. En ese tercio de segundo que cruzamos miradas vi, en su rostro, un miedito madurado por bastante horas de remolino mental. Ahora, parada delante de un portero eléctrico: ¿Qué hace? Pareciera no decidirse a llamar...

¿Y será que no me pasa nada? ¿Estar sentado en la puerta de un zaguán de un barrio que no es el de uno, tan entrada esta noche, será de verdad un síntoma de que no pasa nada? ¿No se parece a una lucha contra cierta resignación? ¿A qué no me querré resignar?
Si decidiera dejar de fumar, sería solo porque odio tener que pararme para sacar un puto pucho del bolsillo del pantalón. Ahora la mina se da vuelta y me mira fijo. Ahora sí la estoy inquietando. No me saca los ojos de encima ni para tocar una, dos, tres veces el portero eléctrico. Mejor me las pico. No vaya a ser cosa que...

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"...el coche fúnebre sale. Distingo a alguien vestido de negro. Llevaba un sombrero enorme, negro. Como de mariachi. Negro. Solemnes pero enardecidos aplausos ganan la noche. El cortejo se despide; "¡Bravo! ¡Bravo!" arengan al coche fúnebre, que se va..."

Despertó con el angustioso alivio de saber que fue un sueño. Luego, el sobresalto lo agarró en plena rememoración onírica (alma torturada: el guaso): siempre que se daba cuenta de que no era la alarma del reloj lo que lo había despertado, se enredaba entre las sábanas buscando a tientas la mesita de luz para ver si se había quedado dormido (¡Dios nos libre!); si tendría que llamar a la oficina para excusarse, con el tubo atenazado entre una oreja y un hombro sudado, las manos vistiéndolo a las apuradas. Cuántas veces se habrá visto en ese cuadro: putearse en voz baja a las 10, 11 de la matina... de un domingo. Y cuando caía, se desplomaba en el colchón y lo embargaba un alivio más narcótico, el que significaba no llegar tarde a ningún lado y el que te abre la ventana a un par de horas más de sueño. Un grueso par más.

Esta vez era martes.

Desorientado, palpó la pared y se dio vuelta. Los números rojos, digitales, agrietaban la espesura de la noche:

01:47


Ensayó una sonrisa invisible, se acurrucó en posición fetal y cerró los ojos. Su última resaca de realidad fue la bruta frenada de un colectivo, decenas de metros allá abajo. Tan lejos.

"A Vane la esclavizaron unos chinos, en Brasil. Todo comenzó con un extraño procedimiento que siguió con su celular y que, supuestamente, la beneficiaría. Vaya uno a saber por qué. Cómo. En lugar de eso, quedó atada de pies y manos, trabajando y siendo explotada por esos chinos. En Brasil. Yo, indignadísimo. Como nunca antes en mi vida. A mis viejos les..."

¡RING!... ¡RING! ¡RING!

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8:34


-Voy a apurar el cortado porque lo que viene es largo y se me va a cagar enfriando. Mirá, lo de anoche fue... no sé, surrealista. No sé si es porque el cansancio me hace recordar todo como si hubiera sido un sueño o como si lo hubiera visto a través de los ojos de otro. Pero que pasó, pasó. ¿Nunca te pasó eso? Tipo, encontrarte a la mañana, haciendo memoria de todo lo que viviste la noche anterior y encontrar todo eso tan lejano, como con una nostalgia rara. Como si... como cuando se te terminan las vacaciones. Ahí está. Esa es la analogía perfecta: se te terminan las vacaciones y estás de nuevo en Capital y empezás a añorar toda la garufa de la costa... la joda, la playa... todo. Y ahora estás en tu casa, desarmando la valija y preparándote mentalmente para volver a laburar en horitas. ¿Viste? Bueno, ahora medio que me siento un toque así. Un bajón, entro a la ofi a las diez y no dormí una mierda. Y creo que lo de vivir la transición de la noche a la mañana, o sea, eso de que amanezca delante tuyo... no sé, en buena medida, ayuda a que ahora esté así... y bueno, la cosa empezó, más o menos, así:

15 comentarios:

Hermana de SDU-7 dijo...

Quizás fue un delirio presueño. A mí me pasa eso, es rarísimo. Sino, largá el porro (??????).

Anónimo dijo...

Probablemente termine siendo una historia totalmente ramificada y temporalmente descolocada. Es un buen comienzo.
Y no, no pienso largar el porro. Es más, tengo planeado empezar a picarlo e inyectarlo en mis venas. Los brownies ya no pegan.

Hermana de SDU-7 dijo...

Jiaoejoiajaoiejaoeiea, marihuana fumable e inyectable...

Sería interesante leer una historia ramificada y descolocada temporalmente. Hace rato que no leo algo de buena calidad.

Anónimo dijo...

Ah bueno, eso de "buena calidad" lo agregaste vos.

Hermana de SDU-7 dijo...

JOjojojo, es que es así. Bah, a mí me gusta, no sé. ASijfadlng.,

Anónimo dijo...

Tengo una idea mejor: si en vez de picarlo e inyectarlo... lo picas, lo maceras, le das forma de zapato y luego te metes una buena patada en el orto? digo, asi pega mas...no?
jotace

Hermana de SDU-7 dijo...

Mmm, se va a desarmar.

Anónimo dijo...

Jajajajaajjajajaaaaa la de jotace estuvo buena.

Hermana de SDU-7 dijo...

Seeeh, hay que probarlo. Aunque, como dije, se va a desarmar.

Anónimo dijo...

Los sueños que figuran en el relato son reales!
XD

guigiar dijo...

perdón, pero están hablando del faso?

Anónimo dijo...

Si, y de sus aplicaciones mediante la ingestión por vía rectal. según jotacé, pega más.

Hermana de SDU-7 dijo...

Mmmm, ¿supositorios de marihuana? debe doler...

¿Algún voluntario?

Anónimo dijo...

Qué bárbaro que siempre terminamos hablando de sustancias alucinógenas.

Hermana de SDU-7 dijo...

Todas las charlas conducen al faaaaaaaaaaaaso.