lunes, 28 de noviembre de 2011

Las luces del bar

-Estar en blanco. A eso me refiero. Se ve que lo necesitaba, porque no está mal tampoco. Es como ese no-lugar al que vas a parar cuando te dormís sin soñar nada.
-¿Entonces?
-No sé. Puede parecer gataflórico, pero cuando se está bien se está como carente de toda esa capacidad de llorar garabatos retóricos, de pintar tus paredes color ocre y pararte en medio de tu cuarto y pensar: está bueno, che. Me gusta.
-Ajá. Te sentís un inútil, una morsa dopada.
-Ajá.
-Lo sos.
-Chupala.
-Bueno, hacé retrospectiva. Llorá tus miserias pasadas y untá tus lágrimas dulzonas en una tostada, gata flora y parda.
-Gata flora y parda, te lo voy a robar. A ver...
-...
-...
-¿Ya metaforicé sobre la música?
-Síp.
-¿Sobre colores?
-Yes.
-¿Sobre caminos?
-Ídem. Lo hacías todo el tiempo. A veces mezclás las tres para no repetirte. Igual es alto guiso.
-Sos lo más.
-Sí, y te voy ganando. Parece una charla con tu inconsciente. Yo estoy en algún lado riéndome de ambos.
-Vos supiste ser mi inconciente tantas veces... debería darte bola algún día.
-Bueno, dale. Ahora contame por qué te sentís una morsa dopada.
-Eso me lo dijiste vos. Pero maybe...
-Yo soy tu inconsciente, pelotudo.
-Jaja.
-Tu inconsciente se está meando. Mientras pedite otra, el baño está bueno y quiero volver un par de veces más. No es de borracho, posta. Tiene jabón líquido.
-Dale dale.

(Música de fondo. Voces. Risas. El piso del bar parece un tablero de damas.)

Hablar sobre la piel es algo que me gusta desde hace tiempo. Es notable las dimensiones que puede abarcar, cómo puede hacerte sentir encerrado en una jaula asfixiante con rejas de goma eva, cómo puede importar tan poco cuando no son manos las que te tocan, cuando son uñas las que te punzan y ni siquiera es la piel lo que araña; cuando lo que más hacés es quedarte sentado sin notar que el ambiente es opresivo, que el calor te está deshidratando o que el frío te está haciendo temblar, que el piso está más opaco que antes, que las ambulancias afuera son insoportables, que no estás allá con todas esas sirenas y toda esa gente que no te importa y que por eso todo ahí afuera te importa tanto porque sentirte anónimo entre tantos casilleros sin nombre te convierte en una partícula de sal desarmándose en el mar (y es tan lindo el mar cuando no abrís la boca abajo del agua) en vez de ser ese dedito de sal sobre tu propio raspón, esa uña salada que duele porque no es la piel lo que toca.

(...)

-No. La palabra gris también te está vedada. Y ocre también, no te la dejo pasar más.
-Me tenés demasiada fé. Todos me tienen demasiada fé.
-Pero po' favo', no sería tu amigo. Mucho menos tu inconsciente.
-Si escucharas todas las charlas en las que no puedo meter bocado...
-Si dejaras de subestimar al silencio, boludo. Sos una de las pocas personas con las que podría sentarme a mirar pasar bolas de paja.
-Porque sos mi amigo.
-Y sí.
-Y porque somos poca cosa.
-Y también.
-¿Por qué no hablamos de vos mejor, guachón?
-Porque vos me llamaste. No, pará, no es solo eso. Vos me llamaste a una salida catártica. Eso corre por tu cuenta.
-¿Ah, sí? Mirá vos.
-Se. Es más, me enganchaste justo: me estaba yendo a Cocodrilo.
-Callaaaaate.
-Callate vos.
-Callaaaaate voooos, boluuuudo.
-Bueno, me callo y te escucho. A ver, Drama Queen.
-Qué Drama Queen ni Drama Queen, boludote. Estoy joya, solo tengo a las palabras medio abandonadas, vio.
-Silencioooo... que no es silencioooo...
-Igual me sobreestimás posta. Todos lo hacen.
-...un montón de bocas cooomo parlantes saturan el aireeee...
-Salgo a fumar.
-Dale.

(Vereda vacía. Enfrente, un petit hotel cayéndose a pedazos. Al lado, otro más: otro bar. Un 24 pasa rápido y frena, con algo de brusquedad, en la esquina. Dos chicas se suben. El colectivo arranca.)

Pero también puede tomar dimensiones impensadas. Hay momentos (largos momentos) en que la piel es zona franca, en que no sentís si se te erizan los pelos y no te importa tu jaula de goma eva que ahora rebota, errante, como aquellas bolas de paja sobre esa otra piel que por momentos se te antoja vasta y tampoco pensás en que ya estuviste en lugares así y que alguna que otra vez también se te presentaron como únicos, porque todo eso son diarios viejos y sus tintas ya ni siquiera te manchan los dedos, tus manos están limpias y no saben por dónde empezar, se vuelven ojos sobrepasados por un mundo epidérmico que anhelás sin fronteras cuando estás ahí, que te convida una sensibilidad que es otoño y te sopla por debajo de la remera y hasta te moja a través de los barrotes de goma eva y entonces la aridez y la humedad es caminar descalzo por la calle con las zapatillas en la mochila y todo ese mundo es tan sensible que también siente las huellas de tus pulgares negros de crónicas rancias sobre su superficie, pero tus manos están limpias y son ojos que recorren manchas y superficies lisas y pastizales e imperfecciones y perfecciones y todo ese mundo es tan grande que entra en una noche o en una tarde con persianas bajas y dura muchos días más, dura lo que dura mirar un paisaje cuando tus manos son ojos y tus ojos son todo eso que uno trata de adivinar que hay detrás de párpados cerrados y a veces los días son cuadras abarrotadas de autos mientras estás parado en la puerta de atrás del colectivo, ansioso porque falte una cuadra y tocar timbre e incluso bajarte si el bondi para antes y qué importa que ya te haya pasado, que ya hayas vagado otros mundos hipnóticos o que haya pisadas en el camino del que estás explorando como si estuvieras en una juguetería, qué tienen que ver los horizontes que te parecían inalcanzables y solo eran una raya en el piso, cuando el que ves ahora te parece tan lejano y ya te desataste del tobillo la fatalidad que movía tus pies para llegar y seguir coleccionando rayitas en el piso, rayitas sin gracia.

(...)

-No sé, estoy en blanco. Hablemos pavadas.
-Estás en blanco. En blanco teta.
-Exacto.
-Bueno, entonces hablemos de tus miedos.
-Jaja, qué forro. Siempre encontrás recovecos.
-Te re cago siempre, o sea.
-Si no, no serías mi amigo.
-Me sobreestimás.
-Voy al biorsi.
-Dale, huí, rata. Igual lo del jabón líquido es posta, fijate.
-Pedite un ferne, pedite.

(Música de fondo. Voces. Risas. La luz natural empieza a notarse en las hendijas de las ventanas.)