miércoles, 29 de febrero de 2012

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otra pregunta que se pregunta solo por ser verbal y que es solo porque calles las hay adoquinadas y las hay que no y porque vos vivís ahí y porque el trajín inevitable del día a día alcanza a describir una armadura o una caminata difícil o algunos pasos abajo de la lluvia y también porque si después de tanta ciudad hay preguntas que se contestan por sí o por no; aunque tu cuerpo no sea tan fuerte y pida horas de sueño en el medio. Las dilaciones pierden importancia cuando el brillo de las horas tempranas le dan un reflejo de telaraña y de vaivén a una pregunta que parece tener resultado lapidario y no alcancen ni los vasos de fernet ni las horas invertidas en palabras ni la intensidad vuelta expectativa ni la espera traducida en presente; siempre la cantidad tira el mismo número que la cantidad de neuronas que no están tan firmes en su función. La literatura trata de hacer cinematografía en ese espacio salvaje, la lucidez lo borra de tu cabeza pero siempre hay un concepto que pone en tela de juicio al de lucidez y entonces el ritmo vuelve a ser el mismo. Y todos encuentran la cinta en blanco el peso excesivo en el otro carretel. Nadie los culpa, nadie llega tan superado para algo así, cada reto se reduce a una promesa reguladora, cada color se atenúa a la pantalla que lo reproduce.